Hay algo extrañamente litúrgico en esto de la democracia. Depositar el voto es como tomar la hostia: asumimos el veredicto desde lo pasivo y comulgamos por encima de nuestras posibilidades.
Hay algo extrañamente litúrgico en esto de la democracia. Depositar el voto es como tomar la hostia: asumimos el veredicto desde lo pasivo y comulgamos por encima de nuestras posibilidades.