Disparad al maestro.

Como algunos de vosotros ya sabréis, este blog ha cambiado de nombre. Cahiers Violets fue una idea rápida del momento, pero algo me hacía pensar que el nombre no me convencía del todo. Y es que cuando una quiere dinamitarlo todo, apelar al pasado, por bucólico que pueda resultar en ciertas ocasiones, no es la solución. Cahiers Violets nació buscando redibujar los cánanones, hablar de cine sin tanto manierismo ni fagotismo. Romperlo todo para empezar de nuevo. Y para ello, no nos quedará otra que arrancar las raíces de cuajo.

Justo cuando empecé a compartir mis personales desvaríos entre amigos, me di cuenta de que no todo era tan rompedor como pensaba. Cahiers Violets es (era) demasiado nostálgico para los tiempos que corren. Como estudiante de cine, me formé con los clásicos (patriarcalmente hablando): Rivette, Godard, Ford, Antonioni, Hawks, Berlanga etc. A Akerman o a Varda la mencionaban de pasada, para quedar bien. Ya saben, es lo que se lleva ahora. Para ser un decente docente hay que violetizar el discurso. Pero lo justito, claro. A ver si nos vamos a volver locas y a olvidar nuestros grandes referentes.

El caso es que me amamantaron cinematográficamente (y quien sabe si también culturalmente)  con dosis ingentes de paternalismo en masculino singular. Me (nos) hicieron creer que ya estaba todo hecho, que si apenas conocíamos el nombre de Sofía Coppola entre los hitos contemporáneos de Hollywood, es que algo malo habríamos hecho. Como siempre, la culpa recae en nosotras y en nuestra pérfida actitud. No haber cogido la manzana, chiquilla. Y llega el día en el que sales de la cueva y te das cuenta de que todo lo aprendido no sirve.

La cuestión es … ¿cómo enfrentarse a los viejos dinosaurios sin acabar siendo como ellos? ¿Cómo plantear un nuevo discurso que supere lo inclusivo para abordar lo real?. Quizá el primer paso sea reconocer nuestros errores. Renunciar al Código y retornar a nuestras raíces, ancladas en el grito callado de quienes fueron silenciadas. Rechazar sus medios y alcanzar nuestro modo. Un modo propio que nos permita leernos desde nuestros cuerpos. Unos cuerpos que menstrúan en masculino y sienten la llamada de las Ondinas en femenino plural. Cuerpos salvajes asilvestrados que descomponen las estrechas miras del sistema.

Hoy me pregunto qué pasaría si la mujer encontrada y mitificada rompiese el velo, rescribiéndose a partir de su propia sangre, de su cuerpo sistemáticamente anulado. Un cuerpo no binario que resulta molesto a sus estimadas señorías, preocupados ante el desvarío del personal. Las señoritas de bombín y los señores de suaves bocas y perfiladas miradas les molestan, recordándoles lo frágiles que son en su masculinidad alquitranada. Señores que se esconden entre himnos e hímenes inventados. Que nos desdibujan a peso de mito mientras se engalanan de banderas pasadas.

Querides míes, nuestra fuerza abrupta les descompone, les asusta por lo débiles que los deja. Hoy recupero el canto de sirenas y me hago Carmen para recuperar ese discurso en este espacio propio, ajeno a dogmatismos académicos y a presiones sistemáticas. Hoy os abro a todes mi blog. Quiero que este rincón sea nuestro foro. El foro de los disruptives. De vosotras. De nosotres. Y es que solamente a través del diálogo podremos fracturar sus fronteras y desdibujar sus patrias.

Hoy, compañeres, toca más que nunca ser cuerpo en nuestra palabra. Una palabra imperfecta o incorrecta. No importa. Solamente que sea vuestra, que la sintáis más vuestra que nunca, haciéndola más fuerte al volverla pública. Porque únicamente siendo visibles seremos completas. Molestando, equivocándonos. Pero siendo nuestras. No os pido nada, simplemente sed libres de comentar y de exponeros sin miedo.

Lo sé, no es fácil. Desde pequeñas nos imponen un lenguaje, unos modos. Una máscara prefabricada que asfixia y a poquitos nos quita la esencia misma que nos compone. Nos imponen referentes y vías prestablecidas, marcadas y pactadas de antemano. Así que borrémoslo, volvamos esta vía uniforme y fatal en senderos infinitos y callejones sin salida. Desvaratémoslo todo. Riámonos de ese hombre «muy hombre» que nos vende el paraíso a peso de arquetipo. Rompamos la báscula en cada estría. Disparemos al maestro.

Todas aquellas, aquellos y aquelles que queráis participar, mandad vuestras propuestas a  disparenalmaestro@gmail.com. Todo tipo de contribución se publicará bajo la autoría de quienes deseen dejar huella, respetando igualmente a quienes elijan el anonimato. Y recordad, no hay reflexión, dibujo o pensamiento que no sea lo suficientemente bueno para este espacio. 

 

 

 

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